Nunca publico contenido relacionado con la religión o la política.
Pero hoy es Domingo de Resurrección y quiero hacer una excepción.
En nuestra Iglesia Católica de Manzanares (en Caracas), el sacerdote me concedió la gran oportunidad de compartir una reflexión durante la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
Este mensaje a la gente le encantó y llenó de esperanza, lo cual se demostró con una gran ovación de pie.
De modo que me gustaría compartir esta reflexión espiritual contigo.
Acotación:
Si no entiendes la situación de Venezuela y no eres creyente en Dios / Jesús, este mensaje no es para ti.
En este caso, si quieres más motivación, mira algunos de los muchos contenidos que he publicado, como los videos sobre “Cómo Ser Optimista“ y “Los 10 Motores de la Motivación“.
Pero si eres venezolano y estás celebrando este Domingo de Resurrección, te prometo que esta reflexión te llenará de esperanza.
Felices Pascuas!
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Venezuela: Esperanza Espiritual
Por: Stephan Kaiser
Me quiero tomar la libertad de comentarte tres historias breves. Las tres historias son verídicas, todas son diferentes, pero nos llevan al mismo mensaje.
La primera es una historia sobre perros. La segunda, una historia sobre un país. Y la tercera, una historia sobre un hombre.
Empecemos con la primera historia sobre:
LOS PERROS
Hace algunos años unos científicos tomaron a unos perros y los colocaron en una jaula. La jaula estaba electrificada y los perros recibían descargas eléctricas de forma aleatoria, sin que las pudieran evitar o controlar. Al cabo de un tiempo, en esta situación en la cual no se podían defender, los perros se llenaban de una serie de emociones negativas como estrés, ansiedad, agresividad e irritación.
Sé que este experimento es moralmente cuestionable, pero quiero dejar el tema ético del experimento a un lado. En este momento me gustaría que nos enfoquemos en la conclusión que sacaron los científicos. Entre los científicos se encontraba Martin Seligman, conocido como uno de los padres de la psicología positiva. Seligman y sus compañeros definieron los síntomas de los cuales padecían los perros como la “desesperanza aprendida“.
La “desesperanza aprendida” es un estado en el cual se ha perdido la esperanza de alcanzar sueños o de que las cosas mejoren. Es un estado de desmotivación y pasividad.
Es interesante que la desesperanza aprendida no sólo la pueden sufrir perros a nivel individual, sino que también la pueden sufrir personas a nivel social.
Y es aquí donde comienza nuestra segunda historia. Esta es la historia de un país llamado:
VENEZUELA
Tal vez las siguientes situaciones de hoy en día en nuestro país te resulten familiares:
- Vas a cruzar la calle y un motorizado casi te choca. Prefieres quedarte tranquilo y no hacer nada. Si formas un lío puede ser peor, ya que es posible que el motorizado esté armado.
- Alguien te roba un celular, vas a la policía y les pides que hagan algo. Pero te dicen que no vale la pena, que te quedes tranquilo, porque si llegan a agarrar al ladrón pasará una noche tras rejas y luego lo soltarán, y después a lo mejor viene a buscarte.
Estas situaciones tienen en común varios elementos, entre ellos que:
- Nos sentimos indefensos porque consideramos que hay muchas cosas en nuestro entorno que no podemos controlar.
- Como consecuencia, entramos en un estado de pasividad y desmotivación donde muchas veces sentimos lo mismo que aquellos perros: estrés, ansiedad, agresividad e irritación.
Muchos expertos concluyen que nosotros, en Venezuela, en este momento estamos sufriendo de la “desesperanza aprendida“. Tal vez no todos, pero la gran mayoría, sí.
Lo interesante de la desesperanza aprendida es justamente eso: que es aprendida. Y como consecuencia, también la podemos DESaprender.
De hecho, Martin Seligman, quien realizó los estudios con los perros en las jaulas, nos comenta varias cosas que podemos hacer para pasar de la “desesperanza aprendida“ a lo que él llama el “optimismo aprendido“.
Entre algunas de las cosas que menciona, él dice que no debemos esperar soluciones mágicas ni ser inmediatistas.
Aún cuando los consejos que nos da para pasar al optimismo aprendido son interesantes, lo más fascinante para mí es que los científicos nos enseñan a pasar al “optimismo aprendido“, pero casi nunca hablan sobre cómo pasar a la “esperanza aprendida“.
El término de “esperanza aprendida“ se maneja muy poco a nivel científico.
Verás, tener optimismo es diferente a tener esperanza.
Ser optimista significa ver las cosas en su aspecto más favorable.
Pero la esperanza va más allá.
Esperanza no sólo significa tener la percepción, sino también tener la sensación de que las cosas van a mejorar.
Personalmente considero que los científicos en general sólo nos enseñan a aprender optimismo y no a aprender esperanza, porque tener esperanza no sólo es algo que se logra a nivel mental y emocional, sino que es una materia que también debemos abordar a nivel espiritual.
Y es aquí donde entra nuestra tercera historia. Esta es la historia de un hombre llamado:
JESÚS
Si el científico Martin Seligman hiciera un análisis de la época de Jesús, seguramente definiría lo que le estaban haciendo a Jesús como una situación en la cual también le querían inducir la “desesperanza aprendida“.
Después de todo, lo que muchas personas hacían en el entorno de Jesús era para desmotivarle y volverlo pasivo. La expresión máxima de esto fue se muerte en cruz, la cual fue:
- Una situación en la cual Jesús humanamente se sentía indefenso.
- Y con las burlas, insultos y golpes, querían que Jesús sintiera lo mismo que los perros en las jaulas: estrés, ansiedad, agresividad e irritación.
Sin embargo, a pesar de enfrentar el gran dolor de la cruz, todos conocemos la historia de cómo Jesús superó ese trago amargo. Y es aquí donde humildemente quiero plantear las tres claves que Jesús nos enseña para superar situaciones de desesperanza.
La primera clave es la oración.
Anticipando la desesperante situación emocional de la cruz, una de las primeras cosas que hace Jesús es orar al Padre diciendo “Si quieres, líbrame de este trago amargo, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.“ (San Lucas 22:42).
De hecho, para recalcar la importancia de la oración, poco antes de haber empezado a rezar, Jesús le dice a los discípulos que lo acompañaban: “Oren, para que no caigan en tentación.“ (San Lucas 22:40).
El reto no es que la oración no funciona, sino que nos olvidamos de orar. Como aquellos discípulos en esa noche: a pesar de que el mismo Jesús les dijo que oraran, se quedaron dormidos.
La Biblia dice que Jesús “fue a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos, vencidos por la tristeza.“ (San Lucas 22:45). Es decir que cuando dejamos de orar, nos vence la tristeza.
Así que la primera clave para superar la desesperanza es la oración.
La segunda clave, que también nos la enseña Jesús, es la acción.
Jesús sabía que la crucifixión iba a ser sumamente dolorosa. Pero a pesar de eso, tomó esa acción. Pienso que muchas personas al saber lo que es una crucifixión, se quedarían tiesas, inmóviles, sin querer hacer nada. Como los perros en aquellas jaulas o como muchas personas en esta situación país.
Pero Jesús no se quedó inmóvil. Él tomó acción. A pesar de estar en una situación de desesperanza, injusta y no merecida, él tomó la acción de agarrar la cruz y caminar hacia su resurrección.
De hecho, es interesante que una de las acciones principales que tomó Jesús fue la de no caer en el juego del entorno.
Jesús enfrentó golpes, burlas y hasta la ropa que tenía puesta se la quitaron.
Pero la acción que tomó fue la de no caer en el mismo juego injusto. No se quejó, se mantuvo firme, y enfrentó con dignidad una situación que no se merecía.
Así que lo importante es que al igual que Jesús, enfrentemos de forma digna nuestras situaciones indignas.
Y esta acción digna sólo se puede tomar, en mi opinión, si primero estamos anclados en la oración. Por ello, primero viene la oración y luego la acción.
Finalmente, el tercer paso que debemos tomar es siempre tener visión.
Y la visión que debemos tener es que a cada viernes de crucifixión, le sigue un domingo de resurrección.
Es interesante lo que dice San Juan en el evangelio con respecto a los dos discípulos que van a ver el sepulcro vacío. San Juan escribe: “Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.“ (San Juan, 20:8-9)
Lo que más me llama la atención es la parte donde dice que “todavía no habían entendido“.
Es decir, que mientras estamos en el viernes de crucifixión, mientras estamos en momentos de dolor, es normal que no entendamos. Es humano no entender por qué pasamos tanto sufrimiento, es normal no entender cómo vamos a salir de esta situación o cómo llegará ese domingo de resurrección.
Pero Dios no nos pide que entendamos. Él sólo nos pide que hagamos los tres pasos: oración, acción, y nunca olvidar la visión que a cada viernes de crucifixión le sigue un domingo de resurrección.
LOS DOS CAMINOS
Así que frente a nosotros en este momento, en Venezuela, se abren dos caminos:
El primero es el camino de los perros en las jaulas: es el camino donde sucumbimos al entorno y entramos en la desesperanza aprendida. La mayoría de la gente toma este camino porque es más fácil seguir la opinión de la multitud, caer en las quejas y en el entorno desesperanzador.
El segundo camino que se abre frente a nosotros es el de Jesús. Es el camino donde a pesar de vivir en un entorno negativo, si nos tomamos en serio la oración, el tomar acción y el no perder la visión, podremos vivir en esperanza y llegar al domingo de resurrección.
Este segundo camino no es fácil de tomar ya que exige que vayamos en contra de lo que piensa la mayoría. Pero personalmente opino que Jesús nunca nos enseñó que necesitamos que las cosas sean fáciles. Sólo necesitamos que sean posibles. Porque si son posibles, dando nuestro mejor esfuerzo humano y con la gracia de Dios, lo podremos lograr.
Para eso estamos hoy aquí: para celebrar la victoria de la vida sobre la muerte. La victoria de el Dios de la esperanza sobre cualquier entorno que no tenga esperanza.
La pregunta que todos nos hacemos es la siguiente:
¿Venezuela es un país con o sin esperanza?
La respuesta sólo depende de si tú hoy quieres aplicar lo que Jesús nos vino a enseñar. Sí, nos lo vino a enseñar hace más de dos mil años. Pero es más vigente hoy que nunca.
Así que feliz Domingo de Resurrección para ti. Y para Venezuela.
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Fuentes:
http://www.elmundo.com.ve/firmas/fatima-dos-santos/esperanza-aprendida.aspx
http://www.elmundo.com.ve/firmas/fatima-dos-santos/indefension-aprendida.aspx
http://www.gestiopolis.com/la-desesperanza-aprendida/
http://www.eluniversal.com/opinion/150520/de-la-desesperanza-aprendida-al-optimismo-aprendido